Hay muchos tipos de corazones. Corazones pequeños, corazones grandes, blandos o duros... hay corazones de hielo y corazones de hierro. Que ríen o lloran. Que aman y odian. Condenada a vivir con corazones que no comprenden el mío, aquí está. Mi corazón lleno de palabras no pronunciadas. Desnudo y sincero, como nunca nadie lo conocerá.
lunes, 28 de enero de 2013
Ruido.
Shhh... Presta atención. Escucha. ¿Qué oyes? Todo. Nada. Un espacio lleno de ruido, cosas que no importan. Se mantiene incluso cuando permanecemos callados, cuando no se oye nada. Incluso entonces el ruido no cesa. Porque en realidad nunca dejamos de escucharlo. Metiéndose en la cabeza, inyectado en sangre. Personas quejándose de sus horribles vidas, llantos, lamentos, algún coche, la televisión, vecinos gritando. Gritos y más gritos. Pero el peor ruido está en nuestra cabeza. Pensamientos, que no podemos eliminar dando al botón de suprimir, susurros que se agolpan en nuestra mente, nos impiden pensar. Llegan cuando todo está en silencio, sumiéndonos en un ruido interior insoportable. Porque hay cosas que no se pueden expresar con palabras.
sábado, 26 de enero de 2013
Ser o no ser.
Cuando nos sentimos mal algo se derrumba, un dolor
agudo nos invade. Intentan ayudarte diciendo que pasará, pero esto no pasa,
porque solo existe en tu mente. Una fuerza que te empuja y te zarandea. Alguien
te dice que no te preocupes, que no llores. Pero solo necesitas un abrazo y
desahogarte, expulsarlo todo para seguir adelante.
Pero no haces eso. Si alguien te nota distante o
callado y te pregunta que te pasa, automáticamente contestas que nada. Porque
eres cobarde para decir que estás mal y pedir ayuda es demasiado difícil. Guardas las apariencias y sonríes, pero la
alegría no llega a tus ojos. Porque no existe. Solo eres el reflejo de lo que
la gente quiere ver. Día tras día sigues maquillando la verdad. Intentando ser
lo que todo el mundo espera de ti. Entonces de repente nos despertamos una
mañana y nos preguntamos si toda nuestra vida será así. Si viviremos
eternamente la vida de otro. Pero no nos engañemos, no esperamos una respuesta,
porque ya la tenemos, solo que nos da miedo ponerla en practica.
Nos ponemos una coraza, una máscara con la que
ocultar miedos, inseguridades y defectos, simplemente por orgullo o por temor a
que nos hagan daño, sin tener en cuenta que nadie es perfecto y que, en
realidad, es eso lo que nos hace humanos. Pero en esta sociedad ya no te puedes
permitir el lujo de cometer errores ni mostrar un ápice de debilidad. Porque,
seamos sinceros, lo que importa ya no es el interior. Solo importa lo perfectos
que parezcamos, aunque todo sea una gran mentira tras la que escondernos.
Cuando nos miramos los unos a los otros no vemos a la otra persona, sino al
reflejo de nosotros mismos, lo que esperamos de ellos y como queremos que sean.
viernes, 25 de enero de 2013
Cara o cruz.
Felicidad. Poesía para los oídos.
Ese sentimiento que todo el mundo anhela. La palabra dulce que a veces puede
ser la más ácida en la boca de quién no la posee, pues la felicidad es un arma
de doble filo. La moneda de dos caras en la que te lo juegas a todo o nada.
Porque muchas personas apuestan por la felicidad, pero pocas son las que
realmente la ganan del todo.
Aunque ciertamente nadie llega a
alcanzar una felicidad plena. Siempre hay algo o alguien que falta, incluso en
algunos casos, alguien que sobra. Porque la felicidad consta de momentos,
segundos en los que todo es perfecto, pero solo son eso, porciones de una vida
llena de dificultades que impiden alcanzarla, y es que en cierto modo la
felicidad está asociada con el miedo a no llegar a alcanzarla y eso es, en
definitiva, lo que nos hace infelices.
Una utopía para muchos, la
felicidad es inexplicable, un sentimiento que llega de repente, lo arrasa todo
al pasar, cambia todo lo que creías saber y de repente se esfuma dejando un
recuerdo lejano en blanco y negro. El esplendor de tiempos mejores que puede
que nunca volverán.
Otras personas, las más
escépticas, las que no la han alcanzado o solo la han rozado con la punta de
los dedos piensan que es una palabra, como otra cualquiera y que en realidad no
existe. Porque puedes estar alegre en un momento determinado y sin embargo no
llegar a ser feliz jamás. La felicidad simplemente es un estado momentáneo que te
envuelve, puedo que incluso te haga flotar, en sentido figurado, pero por mucho
que intentemos retenerla desaparece, dejando un regusto amargo. Porque,
irónicamente, las personas más infelices son las que en un momento determinado
han sentido la felicidad intensamente y luego, sin previo aviso, desapareció
dejando un hueco en blanco. Cuando alguien dice que es feliz no lo creemos,
simplemente porque es imposible o por un cierto rechazo a pensar que nosotros
no lo seamos.
¿Pero qué es en realidad? Cuando
escuchamos la palabra felicidad nos suena grande, nos empequeñece, ya no por la palabra en sí, sino por su significado, que
simplemente desconocemos. La felicidad puede ser cualquier cosa… todo depende
de a quién le preguntes, ya que varía según el momento, el lugar y la persona. Pero
hay personas que confunden la felicidad con hechos cotidianos como descansar
después de un largo día de trabajo u oler el café recién hecho por la mañana,
que te dan una cierta sensación de felicidad pero solo eso.
La incertidumbre se cierne sobre
nosotros. Realmente existe la felicidad o es solo una ilusión, un invento de
las personas para obtener cierta esperanza de salir de este mundo, en el que
desgraciadamente, se observa mucha más miseria que felicidad.
Solo queda una opción posible.
Seguir adelante, como hacemos siempre, no buscar la felicidad, ni esperar
sentados y deprimidos a que nos encuentre. Continuar como siempre, vivir el
momento, disfrutar cada segundo como si fuera el último. Olvidarnos de que nos
deparará el futuro y centrarnos en hoy. Y quizás en ese momento, seamos más
cercanos a alcanzarla. Quién sabe. Puede que sea ella la que nos encuentre.
Another earth.
Imaginar es una de las pocas
cosas que aún son gratis en este país. Así pues, imaginemos. Todos hemos
pensado alguna vez como hubiera sido nuestra vida si hubiéramos tomado otro
camino o nacido en otro lugar, si conociéramos a personas diferentes…
Hace algún tiempo escuché en las noticias que se ha
descubierto un planeta muy parecido al nuestro, que podría albergar vida: la
Supertierra. No sabemos nada de este planeta. Tal vez nunca lleguemos a saber
si hay algo allí, ni como es. Podría ser diferente. Quizá nuestra pequeña
Tierra solo es una maqueta de ese gran planeta. Un prototipo fallido, lleno de
avaricia, maldad, corrupción, intrigas, miserias, guerras, engaños… Puede que
ese otro lugar, sea mejor, eso a lo que llamamos paraíso, que exista realmente
la plena felicidad, y que como siempre nos haya tocado la porción más pequeña
del pastel. Tal vez no. Podría ser como la Tierra. Pensadlo por un momento.
Otra Tierra, con otra España, otro pueblo como el tuyo, incluso
otro barrio, con una casa como la tuya… y otro yo. Si esto fuera real, ¿cómo
será ese otro yo? ¿Tu yo estará leyendo esto ahora mismo? Puede que no. A lo
mejor ha tomado un camino distinto del tuyo. Y si lo ha hecho, ¿Tendrá tu
carácter? ¿Tus mismas costumbres? ¿Se preparará el café como tú? ¿Llevará el
mismo peinado? Quién sabe cómo será.
En nuestra vida hemos tomado
decisiones. Algunas mejores, algunas peores, pero siempre teníamos varias
alternativas y muy de vez en cuando estaba claro el camino que tomar. Otras no.
En algunos momentos hemos llegado a un cruce en el que teníamos que elegir una
u otra dirección indistintamente. He aquí el quid de la cuestión: si hemos
tomado la decisión al azar, puede que nuestro otro yo haya elegido el camino
contrario, y eso lo habría alterado todo. Puede que no haya cometido los
errores de los que tanto te arrepientes. A lo mejor a cometido otros peores.
Quizá es feliz, más feliz que tu yo de aquí.
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