Imaginar es una de las pocas
cosas que aún son gratis en este país. Así pues, imaginemos. Todos hemos
pensado alguna vez como hubiera sido nuestra vida si hubiéramos tomado otro
camino o nacido en otro lugar, si conociéramos a personas diferentes…
Hace algún tiempo escuché en las noticias que se ha
descubierto un planeta muy parecido al nuestro, que podría albergar vida: la
Supertierra. No sabemos nada de este planeta. Tal vez nunca lleguemos a saber
si hay algo allí, ni como es. Podría ser diferente. Quizá nuestra pequeña
Tierra solo es una maqueta de ese gran planeta. Un prototipo fallido, lleno de
avaricia, maldad, corrupción, intrigas, miserias, guerras, engaños… Puede que
ese otro lugar, sea mejor, eso a lo que llamamos paraíso, que exista realmente
la plena felicidad, y que como siempre nos haya tocado la porción más pequeña
del pastel. Tal vez no. Podría ser como la Tierra. Pensadlo por un momento.
Otra Tierra, con otra España, otro pueblo como el tuyo, incluso
otro barrio, con una casa como la tuya… y otro yo. Si esto fuera real, ¿cómo
será ese otro yo? ¿Tu yo estará leyendo esto ahora mismo? Puede que no. A lo
mejor ha tomado un camino distinto del tuyo. Y si lo ha hecho, ¿Tendrá tu
carácter? ¿Tus mismas costumbres? ¿Se preparará el café como tú? ¿Llevará el
mismo peinado? Quién sabe cómo será.
En nuestra vida hemos tomado
decisiones. Algunas mejores, algunas peores, pero siempre teníamos varias
alternativas y muy de vez en cuando estaba claro el camino que tomar. Otras no.
En algunos momentos hemos llegado a un cruce en el que teníamos que elegir una
u otra dirección indistintamente. He aquí el quid de la cuestión: si hemos
tomado la decisión al azar, puede que nuestro otro yo haya elegido el camino
contrario, y eso lo habría alterado todo. Puede que no haya cometido los
errores de los que tanto te arrepientes. A lo mejor a cometido otros peores.
Quizá es feliz, más feliz que tu yo de aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario